Hvordan kan en spansk munk, der levede for 500 år siden, hjælpe mig i Danmark i dag?
Det kan du læse herunder. (Mit spanske er ikke perfekt, så jeg fik heldigvis god hjælp til at rette teksten!)
Den står i den 130. udgave af det spanske magasin Monte Carmelo, tidsskriftet for karmelitter-studier, der udgives i Spanien.
Udover at være så beæret, at jeg knap kunne formulere en tak til redaktøren, er jeg også glad. Glad for, at mennesker i flere lande og med forskellige syn på kristendommen vil lytte til hinanden, lære af hinanden, kaste lys på nyt og gammelt i hinandens verdener.
Teksten holdt jeg foredrag ud fra ved en konference 23. oktober 2019 under den årlige Semana Sanjuanista i Úbeda, byen, hvor Johannes af Korset døde, og hvor jeg to gange havde de helt uventede syn med Jesus, jeg har skrevet om i mine bøger.
Jeg taler blandt andet om Grethe Livbjergs bog, Johannes af Korset – åndelig vejleder for vor tid, udgivet på Katolsk Forlag. Læs den.
¿Qué importancia tiene San Juan de la Cruz en la moderna Escandinavia luterana?
Muchas gracias por invitarme.
Estoy muy agradecida de poder volver a Úbeda, mi hogar lejos de casa.
Mi nombre es Charlotte Rørth. Tengo 57 años y siempre he sido periodista en Dinamarca, el país más pequeño de Escandinavia. Durante los últimos 30 años, he escrito extensamente sobre las tendencias en mi país y el mundo.
¿Qué importa en la vida de las personas?
¿Qué nos hace la tecnología?
¿Nuestras estructuras familiares?
¿La ciencia?
En los últimos 10 años he escrito sobre la fe. La religión se ha convertido en una parte cada vez más importante de la vida de las personas y de la vida política en Escandinavia.
Desde 1970, Escandinavia ha estado dominada por el espíritu del 68 y su rebelión contra la religión organizada. Ahora las cosas están cambiando en parte porque las personas con otras creencias están llegando a nuestros países haciendo la religión más visible. Las chicas musulmanas usan pañuelos. Hay mezquitas en las ciudades …
Pero la religión también juega un papel más importante porque las personas están´buscando un significado en la vida. ¿Y por qué no buscarlo en la iglesia? En nuestros países, las iglesias dominantes son protestantes. Hasta hace 500 años, Escandinavia también era católica, pero la Reforma arrasó con la antigua iglesia y las imágenes de la Virgen María y el reconocimiento de los santos.
Adoptando la espiritualidad católica
Ahora las iglesias protestantes estatales en Dinamarca y Noruega – con un 75 por ciento de membresía – y la iglesia protestante sueca dominante están adoptando la espiritualidad católica.
No completamente. No en términos de más conversiones. Pero la forma en que los católicos viven su fe se está revitalizando e incorporando a la vida religiosa de los escandinavos.
Las peregrinaciones están aumentando rápidamente. Viajen a España, a Santiago de Compostela. Andan a Nidaros en Noruega – una catedral catolica del siglo 12 llamada El corazon de Noruega – ahora es una iglesia protestante.
Los grupos de oración espiritual están creciendo.
Se acaba de celebrar un festival completamente dedicado a la mística sueca Birgitta de Vadstena en el sur de Dinamarca donde ha sido un monasterio de Birgitta – en la ciudad Maribo que en danés significa la casa de Maria. Allí tambien hay una casa de peregrinos y unos caminos espirituales muy populares – como en la ciudad Mariager – el campo de Maria.
Existen simbolos de nuestros siglos católicos en muchos sitios y estamos descubriendolos en estos años.
Los retiros espirituales se están volviendo cada vez más populares. Cuando hice una encuesta hace ocho años, en Dinamarca, había aproximadamente 14 retiros cristianos durante todo el año. Este año, solo en Dinamarca, hay más de 150.
Suecia y Noruega tienen mucho más, pero con el mismo aumento y crecimiento constante en el enfoque ecuménico de la espiritualidad.
La venta de libros vendidos escritos por místicos católicos está aumentando rápidamente. Una de nuestras mejores autoras, Anne Lise Marstrand Jørgensen, escribió una novela superventas sobre Hildegard de Bingen de Alemania. Las palabras del británico Julián de Norwich acaban de ser nuevamente traducida y publicadas como un podcast muy popular. El historiador danés / estadounidense Brian McGuire ha escrito una serie completa de libros superventas sobre los Santos, al igual que el profesor sueco Antoon Geels.
La fe está cambiando
La fe de Escandinavia está cambiando.
Y yo soy parte del cambio. He escrito ese libro: “Cuando desciende la Luz”. Hace casi cinco años publiqué este libro que se convirtió en el éxito de ventas más sorprendente. Desde entonces ha sido traducido a otros seis idiomas. También en español. El libro es la razón por la que estoy aquí.
El título se refiere a una oscura mañana de diciembre cerca del bosque que hay detrás de mi casa. Estaba paseando a mi perro cuando un rayo de luz del cielo me golpeó, me desmayé y caí al suelo.
Hasta ese momento yo era una creyente estrictamente intelectual. Al que llamamos un“cristiano cultural” – no vamos a la iglesia y no vemos a su mismos como creyentes pero estamos de acuerdo de los valores de la fe protestante. Yo nunca he tenido una vida espiritual y nunca he tenido las ganas de tenerla.
Pero cuando me levanté nuevamente del suelo húmedo, supe que era la luz de Dios y que él me conocía, me reconocía y me amaba. Esto fue una semana después de mi primera visita a Úbeda, donde me sentí más en casa que en cualquier otro lugar, hablo en particular de la Sacristía de La Sacra Capilla de El Salvador. Unos meses después volví a visitar la sacristía.
Permítanme leer en voz alta una parte de mi libro con mi propio acento danés en su hermoso idioma, el español. El 25 de febrero de 2009 sucedió esto.
Leeré de “Cuando desciende la Luz” p 30-33
”El banco es tan añoso que casi resulta blando. El tiempo lo ha marcado con líneas claras, siento el desgaste del brazo bajo la muñeca. Es un banco muy alto; solamente llego al suelo con las puntas de los pies, que apenas rozan unas enormes baldosas cuadradas dispuestas en diagonal, como un ajedrez girado. La arenisca clara y blanda se ha erosionado por capas y en algunos puntos aparece más gastada que el duro granito oscuro.
Cierro los ojos. Y me encuentro con un hombre.
No lo había visto antes, pero cuando, en forma de holograma, avanza hasta situarse ante mí en toda su estatura, algo a mi derecha y a escaso metro y medio de distancia, lo reconozco. El holograma parece recién salido de una de esas películas de ciencia ficción que casi nunca veo, me digo aferrándome a la referencia cinematográfica para apartar de mí la imagen, pura fantasía.
Pero continúa inmóvil delante de mí.
Está en esta sacristía, al otro lado de mis párpados cerrados, contenido en una cúpula con su paisaje y su cielo. La escena es tridimensional y de tamaño natural. Se encuentra en un camino de tierra y, al mismo tiempo, puedo ver el ajedrezado bajo sus pies. No es transparente, es real; tan real como los turistas que han entrado y hablan por detrás de mí. Donde está hace mucho calor, es mediodía, y su cuerpo proyecta una sombra corta; el sol es blanco; el cielo, azul celeste y está nublado. Camina por una ladera reseca coronada por una aldea y a su derecha hay un valle con árboles dispuestos en hileras.
No me atrevo a mirarle a la cara. Quiero esperar. Permanezco cabizbaja y lo primero que veo son las sandalias raídas de correas finas que lleva atadas a los tobillos.
Unas sandalias de Jesucristo idénticas a las mías. Lo absurdo de la coincidencia me alivia un poco. Entre dedo y dedo le descubro algunos restos de tierra rojiza, no amarillenta como la del camino. Curioso, pienso, y me agrada lo familiar que resulta que el vello que le crece por encima de los pies y por las piernas tostadas sea casi blanco, como el que cubre las piernas de mis hijos en verano. La túnica le llega hasta las rodillas. Es de un azul muy suave, ni claro ni oscuro, y la lleva recogida sobre el hombro izquierdo, donde el sol la ha desteñido formando líneas más claras.
Lleva una melena suelta a la altura de los hombros, rojiza y levemente ondulada, y una barba casi del mismo color, aunque algo más clara y no muy cerrada, que le llega hasta la nuez. Tiene buen porte, es delgado, con algunas arruguitas por el cuello, la espalda erguida y unos músculos largos en los brazos. Sus manos son finas y fibrosas, y están limpias, secas y surcadas de venas marcadas por el dorso. Con la derecha se coloca bien la túnica y la ajusta por el hombro mientras con la izquierda se sujeta la tela contra la cadera. Tendrá en torno a treinta años, algo más, tal vez, y así, solo en mitad del camino, parece muy alto. El sendero serpentea desde la aldea de la cima por una ladera no demasiado empinada. Desde donde estoy, se distinguen las ventanas cubiertas con lienzos que se abren en las casas bajas de tejado casi plano.
Por el camino se acercan cinco hombres vestidos con túnicas. Van conversando. Tras ellos bajan otras dos personas y más arriba, cerca ya de las casas, hay más figuras. Algunas parecen mujeres con cántaros de agua. También hay niños en lo más alto. Y ovejas. ¿O serán cabras? Los cinco individuos más próximos parecen contentos. Hacen muchos aspavientos, como si estuvieran absortos en algo que acaba de sucederles. No llevan nada consigo, pero dan la impresión de estar en camino hacia algún otro lugar.
A la izquierda diviso el valle. Los árboles están algo separados unos de otros y dispuestos en hileras regulares junto al camino, a los pies de la pendiente. Parecen limoneros. Es posible que también haya algún olivo, aunque no acaban de parecerse a los que crecen aquí, en las inmediaciones de Úbeda. Los campos que se extienden a los pies de los árboles están casi pelados. Tan solo se ven unos hierbajos raquíticos de flores amarillas y, a la vera del sendero, unas matas de hierba agostada que se mecen al viento, el mismo viento que agita levemente sus cabellos. ¿Será Israel? Jamás he estado allí, jamás he visto el paisaje, pero sí.
Se ha detenido a aguardarme. Noto cómo me observa, pero espero antes de decidirme a mirarle a los ojos. Poco a poco voy contemplando su rostro. Es de una belleza clásica, como el de los dioses griegos, y su cabello rojizo es una armoniosa prolongación del color tostado de su piel. Cuando al fin me atrevo a sostenerle la mirada, me pierdo en sus ojos, verdes y grises con pinceladas de azul, cálidos y llenos de cordialidad. Me producen la misma sensación que aquella mañana en el bosque, la mañana del rayo. De mayor intensidad que enamorarse. Algo parecido a lo que sentí al cruzar la primera mirada con mis hijos recién nacidos. Y más aún. Cuando termino de contemplarle, empieza a hablar.
—Bienvenida, me alegro de verte.
Lo dice sin que yo lo entienda, aunque mi subconsciente lo comprende de inmediato. Sabe quién soy. Conoce cada gramo, cada segundo, ve a través de todas las cosas, y le gusto a pesar de todo, a pesar de mis mentiras, grandes y pequeñas, de mi acritud y mi mezquindad. Me ha visto regañar a mis hijos, me ha oído decir cosas que yo misma he olvidado, un sinfín de escenas se reproducen entre los dos como una película en marcha que ambos reconocemos y hace innecesarias mis explicaciones; lo ha visto todo. No siento duda ninguna. Todas se han borrado, los sentimientos las han arrastrado. Mis defensas mentales están erosionadas. Me doy cuenta de que esa razón que basaba en mi intelecto se ha esfumado, dando paso a un conocimiento mucho más poderoso.
La cadencia de la lengua que habla me recuerda vagamente a la del español, pero, aunque intento entenderle, no reconozco las palabras. Creo que es arameo. No alza mucho la voz, es más bien como si nos encontrásemos frente a frente. Estamos en la sacristía. Los dos.”
Mi vida cambió en Úbeda
Esto cambió mi vida.
Conocí a Jesús como cuando estaba vivo.
¿Pero qué iba a hacer yo?
¿La gente pensaría que me he vuelto loca?
¿Volvería a suceder?
¿Me convertiría en una monja?
Tuve suerte. Yo tenía amigos. Aquí en Úbeda.
Andrea Pezzini de Artificis (foto), y Don Fernando Nieto, capellán de La Sacra Capilla de El Salvador. Escuchen aquí lo que hizo Don Fernando.
Leeré de “Cuando desciende la Luz” p 148-149
“—Tú debes de ser Carlota.
Mientras le agradezco educadamente que haya accedido a recibirme, me interrumpe para decir que tiene muy poco tiempo porque ha de hacer los preparativos para la misa. Yo asiento y me decido a soltárselo todo sin darle más vueltas.
—He tenido una visión en su sacristía —anuncio.
Él me invita a sentarme en el frágil y gastado banco de iglesia que más parece un pupitre de los años 60, con las patas de metal y el asiento pintado de marrón. Cuando se sienta a mi lado, por lo menos a un metro de distancia, sigue mostrándose agrio, pero yo saco valor de alguna parte. Además, mi español ya es tan fluido que ni siquiera me doy cuenta de que estoy hablando un idioma que no es el mío.
—Estaba sentada ahí dentro, en el banco antiguo —digo señalando—. Y a metro y medio de mí se materializó Jesús y empezó a hablar conmigo. Estaba en un camino de Israel con unos cuantos discípulos…
A medida que le voy contando la historia, su mirada se transforma. Se vuelve cálida, se enciende, sus ojos parecen más grandes, todo su rostro se dulcifica. Me escucha, asiente, me pregunta por el color de los ojos de Jesús. Cuando contesto que eran «verdes y grises con una chispa de azul», él vuelve a asentir.
—Sí, sí; era él —asegura.
Después se acerca, me coge de las manos y empieza a hablarme sin dejar de mirarme a los ojos con determinación.
—No esperes que los demás lo entiendan. Tendrá que bastarte con que sepan aceptarlo.
Le pregunto por esta sensación de soledad que me ha invadido y que jamás había sentido. Él repite que mi encuentro no se puede compartir con todo el mundo.
—Pero no estás sola, tal vez entre las personas, pero Jesús va contigo. No lo olvides —dice sosteniendo mis manos entre las suyas mientras trata de consolarme recordándome que llorar es bueno.
Yo sonrío. Qué inconcebible y qué absurdo; una danesa aquí, con un capellán de una generación y una cultura que tan poco comparten con las mías, y resulta que él encuentra las palabras que más me llegan y más me consuelan. Palabras que hasta ahora no eran más que clichés, pero que en este preciso instante han dejado de serlo. ¡Qué increíble que alguien como él sea capaz de entender a alguien como yo! Se ríe de mi desconcierto. Y, seguramente, también del suyo.
—Carlota —dice—, recuerda que es un don que has recibido. No les ocurre a muchos, pero tendrás que cuidarlo con humildad. ”
San Juan y Kierkegaard
Durante diez años, Don Fernando Nieto se tomó el tiempo para hablar conmigo. Una protestante de Dinamarca. Era sabio y paciente. Le extraño. Se tomó el tiempo para ayudarme a vivir con un milagro. El me calmó. Al igual que Andrea Pezzini. Él también escuchó. Mucho.
Había visto una luz a mí alrededor en la sacristía. ¿Qué era? ¿Estábamos locos? Hemos hablado de eso durante muchos años y seguimos. Sin parar. Leemos, aprendemos y hablamos un poco más. Es vital hablar y compartir.
Lo hago en Dinamarca con mi sacerdote protestante. Pero Úbeda siempre me ha calmado más.
Sé que no le hizo lo mismo a San Juan. No sabía nada sobre San Juan de la Cruz antes de venir aquí. Andrea Pezzini y Don Fernando Nieto me lo hicieron descubrir. También por eso les estoy muy agradecida.
Mi español no es lo suficientemente bueno para entender la poesía en su profundidad. Afortunadamente, uno de los escritores católicos más brillantes de Dinamarca ha escrito un libro sobre San Juan de la Cruz.
Se llama ”Guía espiritual para nuestro tiempo”. Y es así.
Leeré de “Cuando desciende la Luz” p 159
”A medida que avanzo en el libro sobre él que estoy leyendo, Juan de la Cruz, un guía espiritual de nuestro tiempo, de Grethe Livbjerg, la repugnancia ante esos huesos desnudos va dando paso a una mayor comprensión. Grethe Livbjerg es católica, pero desde el punto de vista cultural es tan danesa que en ese aspecto no hay diferencia alguna entre ella y yo. En el libro describe lo estrechamente emparentado que está el modo de ser místico cristiano de Juan con nuestra forma danesa de creer, tal y como la define Søren Kierkegaard. Juan alcanza la unión con Dios, que es su fusión directa con Cristo. Es una comunión subjetiva e individual en pronunciado contraste con la comunidad más objetivamente definida de la Iglesia, en la que esta última resulta imprescindible.
Aunque Kierkegard, con sus consideraciones existenciales, es profundamente intelectual y dista mucho de ser tan sensitivo como el monje descalzo, al final ambos acaban estando muy próximos. También porque ambos son capaces de explicar qué les ocurre durante el proceso, qué hacen, piensan y sienten, de manera que otros puedan acompañarlos. Forma parte del fin de su trabajo: mostrar que lo más hondamente intelectual es también patrimonio de todos los hombres al margen de cualquier tipo de institución.
La mística cristiana, que hace posible, o al menos deseable, que el individuo tenga una experiencia física de la cercanía de Dios —sin mediación de nadie más, ni siquiera sacerdotes— no podía ser sino una fuente de nerviosismo para la Iglesia. Lo mismo que las teorías de Kierkegaard a propósito del derecho y el deber del individuo a trabajar la duda en solitario dio pie a más de un tic nervioso entre el poder eclesiástico. ”
Grethe Livbjerg trabajó como maestra católica y fundó en Dinamarca el movimiento de retiros en estrecha colaboración con la Carmelita Wilfrid Stinissen en Suecia.
Ella se había criado en lo que llamamos el oscuro protestantismo. Si lo traducimos literalmente sería: “la misión interna”.
En su libro, nos lleva a través de la vida de San Juan y relaciona su poesía y su fe directamente con el filósofo danés, Søren Kierkegaard. Del cual se sabe que ha establecido el marco del pensamiento escandinavo. Murió en 1855. Escribió una cantidad impresionante de libros sobre cómo vivir la vida como un ser humano solitario que existe en una vida repleta de dudas.
Es reconocido internacionalmente por haber engendrado el existencialismo. Los escandinavos crecimos con su soledad interior, con el clima frío y oscuro, el protestantismo estricto y una constante reafirmación de la culpa del Jardín del Edén que nunca podemos dejar atrás.
Como protestantes, todos y cada uno de nosotros tenemos una relación solitaria con Dios, que nos ama y nos juzga sin nuestra propia intervención. La misericordia nos es dada sin excepción. No hay necesidad de oraciones ni monasterios. Los sacerdotes son principalmente custodios y no están más cerca de Dios que el resto de nosotros.
Puede sonar delicioso y fácil, pero nos deja con la sensación de no tener ninguna influencia en nuestra vida religiosa. También podríamos dejarlo todo en mano de Dios y continuar con nuestro trabajo. El trabajo es nuestro principal objetivo en la vida. Tenemos que trabajar duro para vivir con la culpa que hemos heredado. Pero no podemos solucionarlo.
Kierkegaard nos hizo darnos cuenta de que estamos solos. Y él Es tan importante para nosotros que Grethe Livbjerg en su libro sobre San Juan de la Cruz dedica un capítulo entero conectando a los dos.
Ambos se centran en el estrecho vínculo entre la única persona y el único Dios.
Ambos se enfrentaron a los eternos conflictos con la iglesia establecida.
Los conflictos continúan después de su muerte. En los libros, las charlas y los debates….
Pero mientras Kierkegaard tiene un enfoque intelectual de la vida y el amor, San Juan lo lleva el corazón, escribe Grethe Livbjerg. El corazón iluminado y el corazón oscuro.
Los trabajos de los dos son como compañeros, dice ella, que nos permiten sobrevivir.
La poesía de eternidad
Ella tiene razón.
En una de las muchas conversaciones que tuve con ella, ella quería asegurarse de que entendía lo contenta que estaba de reconocer la importancia de permanecer en la poesía de San Juan por mucho más tiempo de lo habitual.
Soy aficionada a John Donne y T.S.Eliot, pero San Juan me permitió vivir con mi oscuridad.
La oscuridad que después de mi encuentro con la luz de Dios y Jesús ya no era aterradora, sino tranquilizadora. Lo sé, dijo ella, y es por eso que sé que tus experiencias espirituales provienen de Dios. Recuerdo que comencé a llorar cuando ella me lo dijo.
Su reconocimiento me alivió. Me liberó del miedo y me dio la bienvenida al corazón de la espiritualidad cristiana. San Juan de la Cruz me hizo atreverme a poner en palabras lo que había experimentado. Pero también me permitió conectar mis experiencias con la fe cristiana.
La iglesia protestante no lo hizo.
Él hizo posible vivir con el profundo amor que sentía por Jesús. Él escribió lo que experimenté. El amor que todo lo consume que sentí en mi alma y cuerpo. Nunca había escuchado algo así.
Leer su poesía me permitió, 500 años después creer que no estaba loca, que no era tonta ni estúpida. No había ningún lugar de nuestros tiempos al que pudiera ir con mi conexión emocional con Jesús.
Me hizo atreverme a escribir mi libro.
Solo los místicos escribieron sobre él de una manera que pude reconocer.
San Juan en su poesía en un modo mucho más hermoso de lo que podría imaginar.
Teresa de Ávila de una manera más directa que entendí de inmediato y pude verme reflejada.
Leer sus libros y libros sobre los dos, por supuesto, me hizo pensar si debería convertirme al catolicismo.
Pero lentamente me di cuenta de que ese no era el camino para mí.
Hablé con Don Fernando al respecto.
Dijo que probablemente era mejor quedarse donde estaba y correr la voz dentro de mi mundo. La iglesia protestante probablemente te necesita más, dijo. Necesita hablar mucho más sobre la espiritualidad…
Él estaba en lo cierto. Pero hablar y escribir sobre el amor profundo y el deseo de llevar una vida normal a veces ha sido muy difícil y ha causado una gran soledad. Pero al mismo tiempo me ha enseñado que nunca estoy sola.
Leer las palabras de San Juan sobre cómo tu vida espiritual puede no ser vista desde afuera y no siempre puede ser llevada solo en soledad, me pone en mi camino.
Teresa también escribió sobre el alma cada vez más conectada con Dios cuando descansa después de haber trabajado duro para servirlo.
Lo intento. Con no solo un poco, sino con mucha ayuda de mis amigos.
Después de que Grethe hubiera leído mi libro, me invitó a hablar en su club ecuménico. Después tomamos café, como lo hariamos muchas veces en los años posteriores. Grethe Livbjerg ese día de hace cuatro años dijo, ¿sabes que tu libro ha hecho posible que San Juan de la Cruz sea tan conocido?
Desde entonces una nueva edición de su libro ha sido publicada.
Ella podría tener razón. Pero eso es porque las personas se reconocen en mí y en mi viaje. Por eso leen y escuchan.
Tienen el anhelo de Dios por dentro, pero nadie ha hablado de Dios de una manera comprensible por mí – por este gran parte de la gente en Escandinavia que nunca ha tenido ninguna educacíon ni formacíon cristiano. No tenemos colegioes cristianos, en mi escuela no teníamos ninguna lecciónes en religion, hay muy pocos monasterios …
La gente busca espiritualidad pero la iglesia protestante no la ofrece.
San Juan de la Cruz – si.
Tú traduces, dijo Grethe Livbjerg.
Construyo puentes, digo yo.
Puentes desde la duda contemporánea a la fe profunda. Desde Escandinavia 2019 a San Juan en Úbeda. Cada vez más personas quieren pasar por esos puentes.
Desde que se publicó mi primer libro, he dado 250 conferencias y charlas en Dinamarca y también en Noruega y Suecia.Me han entrevistado en los principales medios de comunicación en Escandinavia, Alemania y los Países Bajos.
Todo esto no es porque sea alguien especial. Es porque las personas se reconocen en mí.
La noche antes de que saliera mi primer libro, estaba en la televisión. Y desde entonces he recibido correos, cartas y mensajes todos los días. Todos los días. Las personas tienen experiencias espirituales. Muchas.
Escribí un segundo libro con mucha documentación. El 50-75% de las personas tiene experiencias que nosotros mismos llamamos religiosas, espirituales o divinas. Y anhelan ayuda para poder vivir en paz y alegría con esas experiencias.
Pero no saben cómo. Yo tampoco.
Mi tercer libro es sobre esto: ¿Cómo vivo en la Dinamarca moderna con una fe profunda? En las reseñas de mi nuevo libro titulado “¡Dios mío, estás aquí!” me han llamado “mística moderna”. Si eso hace que más personas se acerquen a la fe, pues soy feliz. Feliz porque la fe es un asunto serio.
Saber que Dios nos ha creado y nos ama hace posible que yo viva.
Mi hijo murió justo después de que se publicara el primer libro y desde entonces he vivido con el dolor más profundo y la alegría más profunda.
Una al lado de la otra.
Solo la fe profunda puede contener esas dos emociones al mismo tiempo.
Cuando veo a Cristo en la cruz, reconozco su deseo de estar con su padre y su desesperación por tener que dejar a su madre.
Solo entonces puedo existir.
San Juan me dio un camino para caminar con mi corazón iluminado y herido.
Por eso estoy muy agradecida.
En la serie de televisión realizada en la televisión nacional danesa sobre el primer y segundo libro, visité Úbeda y caminé por los jardines del convento y mostré a los espectadores daneses la magnífica escultura de San Juan.
Grethe Livbjerg nunca pudo ver la estatua. Ella murió esta pasada primavera, tenía 91 años.
Personas de todas las iglesias cristianas vinieron a su funeral. En mi charla posterior delante de 200 invitados, sonreía al igual que lloraba.
Era reacia a tomarme en serio cuando me vio por primera vez en la televisión porque tenía las uñas pintadas. Y era rojo, exclamó. Fue criada viendo las uñas rojas como un signo de decadencia.
Pero mi amor por San Juan de la Cruz la convenció. Saco fuerza de ella.
A medida que saco mucha fuerza de San Juan de la Cruz en mi vida diaria como un pequeño guerrero de la espiritualidad cristiana en mi país secular. San Juan de la Cruz no fue intimidado por laicos ni por sus superiores. Yo trabajo duro para no serlo tampoco. Y espero que mi trabajo haga posible que más gente conozca la sabiduría de San Juan.
Sé que no entenderás una sola palabra. Pero para honrar a San Juan, me gustaría leer unode los poemas de San Juan en danés, en mi lengua materna.
Leeré ”Llama de amor viva” – en danés.
Gracias por su atención.
Siéntase libre de hacer cualquier pregunta que desee y le respondo lo mejor que pueda.
Muchas gracias. Ha sido un honor estar aquí.